Matulich

DOS CANCIONES PARA UNA YEGUA - SINGLE 2012

 


Producto de un cambio de rumbo con respecto al proyecto inicial, “Dos canciones para una yegua” es un disco que, en su brevedad, despliega una contundencia infrecuente y profunda que obliga a la revisitación constante para poder ir desgranando capas y texturas. Matulich se aleja un poco de aquel clima áspero de su disco anterior y ensaya otras músicas en las que, ahora sí, permite que la delicadeza y la sutileza cristalicen en su plenitud, pero sin abandonar jamás esa construcción atmosférica que excede a la canción y la desvía hacia otros territorios posibles e indeterminados. Así, con la brevedad de un ‘single’, se despliegan estos dos ‘actos’ igualmente breves, dos canciones luminosamente otoñales, austeras y complejas a la vez, o profundamente ricas en su aparente austeridad.



MATULICH (2011)




La imagen podría ser la de un crooner trasnochado frente a un público fantasma, representando, entre la dulzura y el desamparo, el repertorio clásico de los amores contrariados. Media luz y madrugada interminable. Ceniceros sucios y botellas medio vacías. Un cabaret arrabalero algo inhóspito, despoblado o habitado apenas por aquellos espectros como únicos espectadores. Las nueve canciones  de “matulich” (2011) se van disolviendo en un escenario que podría ser ese, breves y con lentitud, discurriendo en un límite poco preciso, inestable,  y con una delicadeza que amenaza pero nunca termina de cristalizar, o que en el momento posible de la aparición trastabilla y se embarra de un filosa desprolijidad que las deja desnudas a la intemperie. Y parece emerger, en toda esa atmósfera, algo de la figura de los ‘perdedores hermosos’, de la concepción romántica del fracaso heroico, y algo también de esa imprecisión fantasmal del último tramo de la noche en el que ya se perfila algo de la luz del próximo día. Ahí, podría pensarse entonces, estarían gestándose siempre estas canciones; no en la plenitud de la noche, sino en el momento mágico en que el desamparo nocturno deja entrever en los brillos tímidos del día la promesa de otros horizontes menos hostiles. Aunque claro, esa idea, aquí, es reversible, y podría funcionar perfectamente en sentido inverso. Y es esa ambigüedad, esa oscuridad luminosa, posiblemente, uno de los mayores encantos de este disco.


Sobre Matulich:

Matulich es un personaje ecléctico, músico, plástico y autor de relatos cortos, entre otras búsquedas.
Ex integrante de "Quince Mil Libios" y "LaVarsovia".
Desde 2010, como solista, y ya establecido en Argentina nuevamente, se presenta en vivo con diferentes formaciones (dúo, trío y hasta septeto) acompañado por músicos de la talla de Miguel Frasca, Pablo Krantz, Sergio Dawi y Sonia Kovalivker, entre otros.
En 2011 se editó su disco solista "Matulich" al que describe como: "un álbum nutrido de canciones cortas, sucias, enredadas, a veces negras, también arrabaleras, y por momentos, primaveralmente amargas" (Argentina Distribuye Ultrapop).
A mediados del 2011 comienza a organizar "Conciertos para Puertos, Salones y Desiertos", festival que logra despegarse de "lo establecido" para poner en primer plano las músicas más profundas, de búsquedas emocionales realmente viscerales y donde encontraremos al costumbrismo suburbano poblado de personajes dignos del tango mas arrastrado, mezclado con el cabaret rioplatense de principios del siglo XX, y hasta trasnochados valses franceses coqueteando con el arrabal porteño.
Enero de 2012, experimenta con "Dos Canciones para Una Yegua", jugando a abordar  "desde otro lado" (sic) precisamente dos tracks "Acto I" y "Acto II", y las presenta como  inéditas en éste Single Virtual. En octubre del mismo año, edita un nuevo single: "Dos canciones para serpientes".
Está preparando su próximo álbum junto a Miguel Frasca + invitados.

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